En la sociedad en la que vivimos, en la cuál el consumo constituye una parte fundamental, no es de extrañar que muchas empresas pongan en marcha ciertas “estrategias” de dudosa validez ética y moral con el único fin de obtener beneficios económicos.
Estamos hablando de la denominada obsolescencia programada, la cual se refiere al progresivo acortamiento de la vida de un producto (como por ejemplo en el caso del I-Pod, que la batería estaba diseñada para durar no mucho más de 12 meses, y que encima no podías comprarte otra, sino que estaban diseñados de tal forma que tenías que comprarte uno nuevo) con el fin de convertirlo en un objeto de casi “usar y tirar”, con el consiguiente gasto por parte del cliente al tener que comprar otro.
A decir verdad, nunca había oído hablar del término "obsolescencia programada", y aunque le veo bastante lógica, nunca me había planteado así la sociedad de consumo en la que vivimos.
En parte es cierto que si la vida de los productos durase un largo tiempo, no saldría rentable, puesto que consumiríamos mucho menos, lo cuál llevaría a un descenso en las ganancias; pero también creo que si los creadores de la obsolescencia programada nunca hubiesen tenido la codicia, ni las ganas de adquirir tanta ganancia, nunca hubiese sido necesario crear ésta nueva sociedad de consumo;puesto que antes de la existencia de dicha práctica, la economía no iba del todo mal, de hecho yo diría que iba bastante mejor de lo que va ahora...
Miriam Martínez Marcobal
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